lunes, 14 de mayo de 2012

LEWIS HINE, EL FOTÓGRAFO DE LA REALIDAD SOCIAL.

 "Quise hacer dos cosas: Quise mostrar lo que había que corregir;

quise mostrar lo que había que apreciar" Lewis Hine


Lewis Hine nace en Wisconsin en 1874. Estudió sociología y ejerció como profesor en la Ethical Culture School, donde animaba a sus estudiantes a utilizar la fotografía como un medio educativo.

Su primera compañera de viaje fue una sencilla cámara de fuelle de 13 x 18 cm, trípode inestable y flash de magnesio. 

Entre 1904 y 1909, acompañado de ella y algunos alumnos, viajó a la isla de Ellis, donde, a través de su objetivo, mostró la realidad de los inmigrantes que llegaban a Estados Unidos en busca de una oportunidad. Es en ese preciso momento, cuando Hine cayó enamorado de la fotografía y supo que su vocación era el fotoperiodismo.

Su trabajo supone un importantísimo material documental del tránsito del siglo XIX al siglo XX, sobre todo en un ambiente industrial. Ninguna de sus fotos es banal, sino que en todas y cada una de ellas narra algo. Muchas, destacando aquellas realizadas en las primeras etapas, están enfocadas a denunciar la situación del trabajador y erradicar el trabajo infantil.

Pero Hine no solo tomaba la imagen, sino que era parte de ella y acompañaba a los protagonistas en su vida diaria. Su preocupación por la realidad social de esos inmigrantes hizo que fuese más allá de las fronteras de la isla de Ellis y se metiera en las viviendas insalubres de los fotografiados, sus costumbres, sus condiciones de trabajo…


Le obsesionaba transmitir historias individuales. No quedarse en la imagen de aquella persona sino interactuar con él, seguir su recorrido y contar su historia. Continuar narrando con la imagen. 


Es eso quizá, una de las claves que explican la fuerza de sus imágenes: Retratos frontales, tomadas a la altura de los ojos, donde las miradas entre fotógrafo, cámara y fotografiado se cruzan.

En 1908 comenzó a trabajar como fotógrafo oficial para la National Child Labor Committee, organización creada para combatir con el empleo infantil. Junto a las fotografías, Hine anotaba la altura, edad y la historia laboral de cada uno de ellos mostrando, una vez más, su obsesión y preocupación de no quedarse en la mera fotografía sino conocer y mostrar la historia del protagonista.

Más tarde, tras la primera Guerra Mundial, Hine viajó a Europa acompañado de su cámara para dar testimonio de las duras condiciones de los refugiados y desplazados por la guerra, lo que ayudó a que La Cruz Roja obtuviese subvenciones para una labor humanitaria.
 
En 1919, regresa a Nueva York y vuelve a centrarse en el mundo laboral, pero esta vez desde un punto de vista más positivo, viendo al trabajador como parte esencial de la máquina. Un ejemplo es la fotografía “Mecánico de una central” de 1920, en la que aparece el trabajador como centro, corazón y alma de la máquina. 

Su carrera como fotógrafo culmina con el reportaje del Empire State, entre 1930 y 1931. Los encuadres son forzados y buscaba cualquier medio para encontrar la mejor fotografía. Para tomar algunas de ellas se hizo descolgar sobre la Quinta Avenida a 400 metros de altura.  Quería mostrar como “las ciudades no se construyen solas, sin tener detrás el cerebro y el sudor de los hombres”


En los últimos años de su vida Hine, habiendo plasmado durante toda su vida las desgracias e injusticias ajenas, terminó convirtiéndose en una de sus fotografías y acabó dependiendo de la beneficencia, hasta que finalmente en 1940 murió en la más absoluta pobreza.