martes, 29 de julio de 2014

¿Por qué arte urbano?

 Es curioso ver como algo de lo que hace unos años apenas se hablaba o incluso era una osadía hablar, es hoy el tema de mi trabajo de fin de grado.
Por ello, no vi mejor elección que ésta para mi trabajo final. 

El arte urbano ha pasado de ser un tabú a ser el protagonista de muchas revistas de arte, a aparecer en las páginas de los grandes periódicos y a salir en las noticias del mediodía en nuestros televisores. Libros, exposiciones, festivales y artículos son hoy el pan de cada día de este arte. Ha pasado de tener una agenda que se escondía de las autoridades a un calendario lleno de actividades promovidas por organizaciones públicas. Ha pasado por fin, al medio en el que nació. Al espacio público.

Todo comenzó hace 4 años, cuando al salir de clase bajé a la cafetería a tomar un café y un pincho de tortilla. Sentada en una mesa de las que le faltan sillas y tienen el cerco del café ya tatuado en la madera, me senté a echar un vistazo a twitter y ver qué estaba pasando en el mundo. Después de bajar un par de veces el TL, vi que La Casa encendida, (centro social y cultural de Caja Madrid) anunciaba que en un par de horas comenzaría el safari de arte urbano y posteriormente la charla con dos artistas, un periodista y dos expertos del tema. 

Nunca había asistido a nada igual, así que ya que esa tarde no tenía inforadio me escapé hacia el metro dirección Embajadores.

Llegué e inmediatamente después de cruzar la puerta, ya me llevé la primera sorpresa de la tarde. El grupo de gente que estaba esperando para realizar el safari no era la gente que esperaba ver en un safari urbano. Mujeres y hombres de 30, 40 y 50 años esperaban en las escaleras a Guillermo, el guía de éste safari. Solo yo y tres o cuatro más rondábamos la veintena.

El safari comenzó. No sabía muy bien qué me iba a encontrar ya que era la primera vez que hacía una guía como ésta. Fui algo expectante hasta que al girar la primera esquina de una de las calles de Ronda de Valencia, vimos la primera obra.  Era un cristal con una pintura blanca, como las que cubren los escaparates cuando están en alquiler, y en él se podía distinguir un retrato de un rostro hecho a base de rallar dicho cristal.

Resultó ser una obra de un artista llamado Borondo, un nombre que no había oído nunca antes, pero que desde ese día descubrí que era uno de los artistas urbanos más conocidos a nivel nacional.

No sé cómo ni porqué, pero cada obra que nos mostraron me parecía más y más interesante que la anterior. Barrotes de un parking que se convertían en una gama cromática, sombras artificiales que burlaban la atención del viandante, rostros pegados a la pared como vigilando las calles… He aquí mi segunda sorpresa; El arte urbano no solo consistía en muros pintados o paredes con firmas. No. Eso era graffiti. El arte urbano iba mucho más allá y aquel día lo descubrimos.


Quería saber quién era esa gente, qué habían estudiado, por qué hacían aquello, qué les llevó a empezar con eso del arte urbano y por qué la calle y no el óleo y el pincel.

Al terminar el safari nos dirigimos de nuevo a La Casa Encendida donde especialistas del mundo del arte urbano nos esperaban para responder a todas las preguntas que hubieran surgido a lo largo del paseo.

La mesa estaba compuesta por; Fernando Figueroa, Doctor en Historia del Arte por la UCM, Javier Abarca, artista e investigador y profesor de arte urbano en la UCM, Nuria Mora y Sue, artistas urbanos y finalmente Mario Suárez, periodista y moderador de la mesa.

Fueron 2 horas y media de mesa redonda donde las preguntas, las reflexiones y las respuestas se sucedían con diferentes puntos de vista. Desde el del artista, al experto, del defensor del arte al defensor de la ilegalidad del graffiti.  Debates y discusiones que encendieron en mí un inmenso interés repentino que dura hasta la fecha.

Un plan improvisado que decidí en dos minutos en la cafetería de periodismo, y que terminó convirtiéndose en mi afición, mi tema de investigación y mi nueva especialidad periodística.


Y ahora, con algo más de conocimiento sobre el tema, estoy ansiosa de contar al mundo lo interesante, bello y complejo que es en realidad el arte urbano. 

viernes, 4 de julio de 2014

Origen del Graffiti y del Arte Urbano. Dos hermanos que no se llevan bien.

El verdadero grafiti, tal y como hoy lo conocemos, nació hace no tanto. Hace un siglo a principio de los 70, en NY, en las vías del tren.

Como casi siempre ocurre en los grandes movimientos, ni el momento ni el lugar de su origen fueron fortuitos. La década de los 70 fue una época de rebeldía, de lucha social y política, de disconformidades, de desestabilidad y de querer gritar al mundo el ansia de un cambio.

Los trenes viajaban por todo el mundo, atravesaban ciudades y los veían diariamente millones de personas, por lo que eran el lienzo perfecto para darse a conocer y traspasar fronteras sin moverse de su ciudad.

Diez años después de ese primer grafiti en un vagón de tren, según dicen, del mensajero de NY, Taki 183, no había tren que no hubiera sido pintado, al menos una vez, de arriba abajo.  

Y lo que empezó en NY en unas vías del tren, acabó extendiéndose por todos los rincones del mundo. La competición de la ilegalidad había comenzado. Aquel que fuera más arriesgado, audaz, rápido y sigiloso en colocar su “marca”; ganaba la batalla. 

Una batalla donde no existía aquello de “todo vale”, y donde a pesar de no haber un papel con las normas escritas, las hay implícitas y todos los que juegan en esta partida las conocen. Nadie sabe bien desde cuándo están ahí ni cómo surgieron, pero ahí están y se respetan casi a la perfección.

Al principio fueron nombres, números, firmas ilegibles, letras en 3D y después terminó convirtiéndose en ARTE con mayúsculas. Como dice Javier Abarca, artista, escritor y experto en arte urbano, “No es que graffiti y arte urbano sean padre e hijo, sino hermanos nacidos en una misma época, con unos objetivos y metodologías diferentes y un espacio común”

Por ello, para entender uno hay que saber del otro, porque de una forma u otra se complementan y se explican por sí mismos, con sus diferencias y sus similitudes.

ARTE URBANO VS GRAFFITI

El primero, el graffiti, adopta códigos especializados, difíciles de interpretar por el espectador y se rige por unas normas cerradas. Sin embargo el arte urbano cuenta con una mayor libertad y busca conectar con el público usando como armas la estética, el entorno cotidiano y la ironía.

Así lo explica 3TT, artista francés afincado en Madrid, “Para mí lo interesante del trabajo en la calle es que te tienes que adaptarte al medio, al pueblo, a la cultura del lugar... No voy a pintar de la misma manera en Madrid que en Marruecos o en la cima de una roca en Torrelodones. Si mantienes eso en mente hay más posibilidades de que las personas se relacionen con tu trabajo y sienta respeto por ella”

El grafiti tiene el factor de ilegalidad como su base, su origen. Sin embargo, el arte urbano es compatible con la legalidad y con la remuneración de intervenir una pared.

He aquí el debate y la discusión por la que grafiti y arte urbano, por mucho que sean hermanos, no se llevan, en ocasiones muy bien (como dos hermanos en plena adolescencia, vaya)

“Puede que se utilice el mismo medio, que es la calle, puede que se utilicen los mismos materiales, o que incluso lo desarrollen las mismas personas, pero grafiti y arte urbano no son lo mismo, son completamente diferentes, sobre todo porque tienen finalidades casi opuestas” dice Spock, grafitero y artista urbano madrileño.

Lo que ocurre es que como en todo, existen varios caminos que tomar. O quedarse en el graffiti puro, o experimentar, evolucionar, investigar, estudiar y formarse para ir más allá de la ilegalidad. Para hacer del hobbie una profesión. Para vivir de ello y comer del arte.

Pero eso de cobrar por algo que empezó siendo ilegal, muchos no lo entienden.  

¿No es quizá mejor que el sistema contra el que protestaban muchos en las paredes, haya rectificado ahora y apueste por pagar a artistas urbanos para que colaboren en algunos proyectos, festivales o pinten la fachada de un edificio emblemático de la ciudad?
  
Muchos han optado por esa senda y han hecho de este arte su profesión, llegando a exponer en museos de la talla del Reina Sofía y por la noche salir a pintar en la calle de forma ilegal como buen grafitero. Dos formas de vida, que no tienen por qué ser incompatibles.